La talavera poblana, es un tipo de cerámica mayólica típica del Estado de Puebla, su distintivo como base, es su acabado vítreo en blanco marfil. La auténtica talavera de Puebla solo viene de aquel Estado y de las localidades de Atlixco, Cholula y Tecali, debido a la calidad del barro que ahí se encuentra y a la tradición de su manufactura que se remonta al siglo XVI. Los colores empleados en su decoración son el azul, pero también se utilizan amarillo, negro, verde, naranja y malva (violeta pálido). La producción de talavera en Puebla, alcanzó un gran desarrollo gracias a la disponibilidad de su barro y a la gran demanda de azulejos para revestir las iglesias y conventos. La industria creció a tal grado que para mediados del siglo XVII, había creado sus propios gremios de artesanos y estándares, los cuales demandaron aún una mayor calidad, llevando a Puebla a su "era dorada" entre los siglos XVII y XVIII. En términos formales, la tradición surgida en Puebla se acuño con el nombre de Talavera poblana a diferencia de la cerámica de España. Es una mezcla de técnicas cerámicas chinas, italianas, españolas e indígenas.
La tradición abrió su camino a través de la Guerra de Independencia al siglo XIX, durante el cual, el número de factorías no sumaban más de ocho en todo el estado de Puebla. Posteriores esfuerzos de artistas y coleccionistas de principios del siglo XX trataron de rescatar la tradición y hoy en día existen colecciones de talavera en Puebla, la Ciudad de México e incluso Nueva York. Ulteriores esfuerzos para preservar y promover la artesanía han ocurrido a finales del siglo XX, con la introducción de nuevos diseños decorativos y la llamada Denominación de origen para proteger la autenticidad de las piezas de talavera elaboradas con los métodos originales del siglo XVI.
DEFINICIÓN
La talavera es un tipo de cerámica mayólica, que se distingue por su blanco vítreo como base de color. La auténtica talavera solo proviene de la Ciudad de Puebla y las localidades de Atlixco, Cholula y Tecali de Herrera, debido a que el tipo de barro y la historia de la artesanía provienen de esa región. Todas las piezas son elaboradas a mano en torno y el vidriado contiene estaño y plomo, como han sido hechas desde la época virreinal. El vidriado debe craquelarse, ser ligeramente poroso y casi blanco. Solo hay seis colores permitidos: azul, amarillo, negro, verde, naranja y malva, estos colores deben estar constituidos de pigmentos naturales.
Los diseños de color tienen una apariencia difuminada a medida que se funden con el vidriado. La base, la parte que toca la superficie no visible, no es vidriada y expone la terracota, la cual debe tener la inscripción del logotipo del fabricante, las iniciales del artista y la ubicación de la fábrica en Puebla.
El diseño de las piezas está estrictamente regulado por la tradición. La pintura debe sentirse al tacto con una ligera elevación sobre la base. En sus comienzos, solo el azul cobalto era empleado, siendo el pigmento más caro, convirtiéndolo en un artículo muy buscado no solo por prestigio sino porque aseguraba la calidad de toda la pieza. La talavera es la más destacada de la tradiciones artesanales de cerámica. Solo barros naturales son empleados, en lugar de barros químicamente tratados, además de que el proceso de manufactura toma de tres a cuatro meses. El proceso es arriesgado ya que una pieza se puede romper en cualquier momento. Esto hace de la talavera tres veces más costosa que cualquier pieza de cerámica. Debido a esto los fabricantes de la talavera han estado bajo presión por las imitaciones, más frecuentemente de China, y piezas de cerámica similares de otras partes de México, especialmente de Guanajuato. El estado de Guanajuato pidió al gobierno federal para compartir los derechos de la denominación de origen con el de Puebla, pero, desde 1997, esto ha sido negado y la cerámica vidriada de otras partes de México son llamadas simplemente mayólica.
Hoy en día, solo las piezas provenientes de zonas designadas y de talleres específicos que han sido certificados, están permitidos para llamar a sus obras "Talavera". La certificación es emitida por el Consejo Regulador de la Talavera, un cuerpo especial regulatorio. Solo nueve talleres hasta ahora han sido certificados: Talavera Uriarte, Talavera La Reyna, Talavera Armando, Talavera Celia, Talavera Santa Catarina, Talavera de la Nueva España, Talavera de la Luz, Talavera de las Américas y Talavera Virgilio Pérez. Cada una de las cuales debe pasar por una inspección bianual de sus procesos de fabricación. Las piezas son sometidas a 16 pruebas por laboratorios certificados internacionalmente. Aunado a esto, hay una prueba hecha por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Puebla para asegurar que el vidriado no contenga plomo en más de 2.5 partes por millón o de cadmium en más de 0.25 partes por millón, dado que la mayoría de las piezas son usadas para servir alimentos. Solo aquellas piezas salidas de los talleres que alcancen los estándares están autorizadas para llevar la firma del alfarero, el logotipo del taller y el holograma especial que certifica la autenticidad de la pieza.
PRODUCCIÓN
El proceso de la elaboración de la talavera es complicado y prácticamente no ha cambiado desde la temprana época virreinal, cuando la artesanía fue introducida por primera vez. El primer paso es mezclar arena negra de Amozoc y arena blanca de Tecali. Es entonces lavada y filtrada para quedarse con las partículas más finas. Esto puede reducir el volumen en un cincuenta por ciento. En seguida la pieza es modelada a mano en un torno alfarero, y dejada a secar por varios días. Viene entonces el primer cocido, a una temperatura 850 °C (1.562 °F).3 La pieza es inspeccionada para no tener partiduras. El vidriado inicial, el fondo blanco-marfil, es aplicado. Posterior a esto, el decorado es pintado a mano. Finalmente se expone a un segundo cocido para endurecer el vidriado. Este proceso puede llegar a tomar tres meses para la mayoría de las piezas, pero algunas hasta seis.
El proceso es complicado a un grado tal, que durante la época virreinal, los alfareros encomendaban las piezas con oraciones especiales durante el proceso de cocimiento.
Algunos talleres en Puebla ofrecen visitas guiadas y explican el proceso. El taller certificado y aún en operación más antiguo es la casa Uriarte. Fue fundada en 1824 por Dimas Uriarte, especializándose en diseños de la era virreinal. Otro taller certificado es Talavera de la Reina, conocido por aplicar diseños de artistas mexicanos contemporáneos.
USO DE LA TALAVERA EN MÉXICO
La talavera es empleada principalmente para utensilios de uso común tales como platos, jarrones, tibores, floreros, lavamanos, artículos religiosos y figuras decorativas. Sin embargo, una cantidad importante es destinada a la decoración interior y exterior de edificios en México en forma de azulejos, en especial en la ciudad de Puebla. La cocina poblana es uno de los motivos decorativos de la Talavera, desde los azulejos que decoran los muros y tarjas a los platos y otros utensilios de cocina. Constituye un estilo per se de decoración en cocinas mexicanas. En las antiguas cocinas conventuales, muchos diseños incorporaban el emblema de la orden religiosa. Muchas de las fachadas del centro histórico de Puebla están decoradas con estos azulejos, así como fuentes, patios, iglesias y otros edificios, constituyendo una parte importante de la arquitectura barroca poblana. El empleo de azulejos era una demostración del estatus económico familiar o de la iglesia. Esto condujo a un dicho que "de no aspirar a construir una casa de azulejos" equivalía a no aspirar a mucho en la vida. Demostrar un nivel de vida alto no estaba restringido a Puebla. En la Ciudad de México, la Iglesia de la Encarnación y la de la Virgen de Balvanera ostentan ambas cúpulas revestidas de azulejos. El más famoso ejemplo del uso de la Talavera en la capital es la Casa de los Azulejos, palacio del siglo XVIII edificado por el conde del Valle de Orizaba. Lo que hace a este palacio único, en la "Ciudad de los Palacios", es que su fachada en todas sus caras está completamente revestida de azulejos azules y blancos, exorbitante para la época de su construcción.
ANTECEDENTES
El origen de la Talavera surge en China donde comenzó el vidriado de la cerámica. Las técnicas y diseños chinos fueron traídos a España vía Mallorca por los Moros a finales del siglo XII. De ahí se extendió al resto de Europa, bajo la denominación de mayólica. Los artesanos españoles provenientes de Talavera de la Reina (Castilla, España), la adoptaron como una forma de arte. Ulteriores influencias chinas e italianas fueron incorporadas a medida que evolucionaba en España, así como la formación de gremios con el fin de regular la calidad.
Durante casi el mismo periodo, las culturas prehispánicas desarrollaban su propia tradición alfarera, pero no evoluciono al torno alfarero ni al vidriado. Hay varias teorías sobre como la cerámica mayólica fue introducida a México. La más común y aceptada es la que dice que fue introducida por monjes, que bien pidieron artesanos a España o sabían producir la cerámica ellos mismos Estos padres requerían de azulejos y otros objetos para decorar sus nuevos conventos, así que para satisfacer la demanda, los artesanos españoles o los mismos padres enseñaron a los indígenas a producir la cerámica vidriada. Un número significativo de alfareros laicos vinieron a México desde Sevilla y Talavera de la Reina, durante la muy temprana época virreinal. Más tarde, un notable alfarero de nombre Diego Gaytán, oriundo de Talavera, causó un impacto en la alfarería poblana.
De finales del siglo XVI a mediados del XVII, el número de alfareros y talleres se mantuvo al alza, cada uno creando sus propios diseños y técnicas. El gobierno virreinal decidió regular la industria con gremios y estándares. En 1653, se crearon las primeras ordenanzas. Estas regulaban quienes podían llamarse artesanos, la categoría de producto de calidad y normas de decoración. El resultado fue la homologación y el incremento de la calidad. Algunas de las reglas establecidas por las ordenanzas incluían el uso del azul cobalto en las piezas más finas, la firma para evitar las falsificaciones, la creación de niveles de calidad, (fina, semi-fina y uso diario), e inspecciones anuales por parte de maestros alfareros.
El periodo entre 1650 y 1750 fue conocido como la Era Dorada de la Talavera. Puebla fue conocida como el centro alfarero más importante de la Nueva España. Las piezas eran exportadas a todos el territorio, y eran enviadas a Guatemala, Cuba, Santo Domingo, Venezuela y Colombia. Durante esta época, el empleo del azul en la Talavera fue reforzado por la influencia de la Dinastía Ming que llegaba a México a través de los galeones provenientes de Manila. Las influencias decorativas de Italia en el siglo XVIII introdujeron el uso de otros colores.
Durante la Guerra de Independencia, los gremios de alfareros y las ordenanzas fueron abolidos. Esto permitió que cualquiera produjera cerámica a su libre albedrio, a expensas de la calidad. El mercado de la Talavera colapsó y de los 46 talleres productores del siglo XVIII, solo 7 permanecían después de la guerra.
En 1897, un catalán de nombre Enrique Luis Ventosa llegó a Puebla. Ventosa se quedó fascinado por la historia de la talavera y como expresión del arte mexicano. Estudió el proceso original y lo combinó con sus conocimientos del arte español contemporáneo. Publicó artículos y poemas acerca de aquella tradición y trabajo en la decoración de las piezas de cerámica. En 1922, hizo amistad con Ysauro Martínez Uriarte, un joven alfarero, quien había heredado de su padre su taller de alfarería. Los dos hombres colaboraron juntos para crear nuevos diseños decorativos, añadiendo influencias pre-colombinas y de art-nuveau, a las ya presentes islámicas, chinas, españolas e italianas de la talavera de Puebla. También se esforzaron para restaurar los antiguos estándares de calidad, la época les era propicia ya que el país se encontraba en un periodo de reconstrucción después de la revolución.
Sin embargo, para 1980, habían desaparecido varios talleres hasta que solo quedaron cuatro. La talavera pasó por un periodo difícil al final del siglo XX debido a la competencia de cerámica proveniente de otros estados de la República, a las importaciones baratas y la falta de diseños imaginativos y modernos. A principios de la última década del siglo XX, los talleres de La talavera de la Reina comenzaron a revitalizar el arte de la talavera invitando a artistas para trabajar con sus artesanos con el fin de crear nuevas piezas y nuevos diseños decorativos. Entre esos artistas estaban Juan Soriano, Vicente Rojo Almazán, Javier Marín, Gustavo Pérez, Magli Lara y Francisco Toledo. Estos artistas no cambiaron el proceso de fabricación, pero añadieron a los diseños, formas humanas, animales, e imágenes tradicionales de flores.
Debido a un resurgimiento de la Talavera, para el 2000, diez y siete talleres estaban produciendo de acuerdo a la vieja tradición y ocho estaban en camino de la certificación. Estos talleres empleaban entonces cerca de 250 trabajadores y exportaban sus mercaderías a los Estados Unidos, Canadá, Suramérica y Europa.
Aunque fueron los españoles los que introdujeron este tipo de cerámica, irónicamente el término de Talavera es más común en México que en la propia ciudad de Talavera de la Reina, España. En 1997, la denominación de origen de la Talavera fue establecida para regular que piezas podían ser llamadas oficialmente Talavera. Los requisitos incluían, la ciudad de origen, el barro utilizado, y los métodos de fabricación. Estas piezas ahora portan hologramas. Una de las razones por las que fue legislada la Ley federal fue para que los talleres mantuvieran la misma calidad y proceso de fabricación del periodo virreinal, siendo la meta proteger la tradición.
Sin embargo, la tradición no se da sola. Angélica Moreno, dueña de la Talavera de la Reina, está preocupada de que la tradición sea inestable, a pesar de los esfuerzos de los talleres. Un problema lo constituye la falta de gente joven que se interese. Un artesano gana alrededor de 700 a 800 pesos a la semana, lo cual no es suficiente para cubrir sus necesidades.